La caída del régimen libio es un “momento histórico”, pero todavía resta mucho por hacer. El proceso de formación de un nuevo gobierno representativo.
Hay que destacar que entre los seis millones de libios hay miles de personas que enseguida han aprendido a expresarse sin miedo después de 42 años de dictadura. Y prueba de esto son las decenas de manifestaciones que cada semana se celebran en Trípoli. Pero hay también miles de personas que nunca han ejercido su derecho al voto, nunca han aceptado la derrota frente a un rival en unas urnas y nunca han formado un Gobierno de Coalición. Hay miles de personas que tienen armas, han aprendido a usarlas y no querrán deshacerse de ellas fácilmente. Por lo tanto, lo más difícil viene ahora. ¿Cómo cambiar eso?
La economía de Libia es una de las más fuertes de África, gracias a sus grandes reservas de petróleo y gas natural de la mejor calidad. De ahí, que algunos líderes políticos occidentales de países que han ayudado al país durante la revolución ya están perjudicando a la transición de Libia hacia la democracia y a sus intereses nacionales al producirse situaciones como la de El ministro de Asuntos Exteriores francés, Alain Juppé afirmando en la cadena de radio RTL el 1 de septiembre que sería “justo y lógico” que las empresas francesas se vieran beneficiadas por el preponderante papel que ha desempeñado Francia en el respaldo a los rebeldes. Del mismo modo, el 22 de agosto (justo el día en que cayó Trípoli), el ministro de Asuntos Exteriores italiano, Franco Frattini, comentó de forma poco acertada en el canal de televisión RAI que la empresa petrolera italiana Eni “desempeñará un papel líder en el futuro” de Libia como consecuencia del apoyo italiano a la campaña de la OTAN. Estas declaraciones –y la presión política que, sin duda, hay detrás- socavan los intentos libios de acabar con la cultura endémica –el coronel buscó diferenciar a Libia de su entorno y terminó aislándola- de corrupción que caracterizó la era de Gadafi.
El Consejo Nacional de Transición (CNT) debería de utilizar este movimiento para impulsar la reconciliación, el respeto a los derechos humanos, evitar las represalias y asegurar que la justicia actúe como esperan y merecen los libios. También sería conveniente que anunciarán el nuevo gobierno “lo antes posible”. Según la CNT, el proceso de transición deberá desembocar en la celebración de elecciones en el plazo de ocho meses.
Finalmente, creo que este conflicto ha puesto al descubierto una vez más las intenciones que posee cada país, es decir, por un lado se lucha por la paz y por salvaguardar la integridad de los seres humanos, pero por otra solamente se puede observar el interés político y económico que tienen algunas potencias mundiales.
Noticia publicada el día 21/10/2011.- El País
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